Verdad o Fantasía

Hola, yo soy Adrián. Tengo 25 años y vivo en un departamento en un edificio de un pueblito antiguo.
El edificio es muy grande, y por eso tengo millones de vecinos. Por ejemplo el señor Orlando. Es un solterón de cuarenta y pico que nunca sale de su habitación. Cuentan que es un excéntrico asesino millonario que esconde toda su fortuna en una mansión en Canadá, donde mató a todas sus víctimas y las tiró a la pileta.
Pero yo no creo en esas historias ridículas, seguro las inventó Carla, la vieja chismosa. Carla es una vieja muy chismosa, pero no solo cuenta, si no que inventa historias y exagera un montón. Y lo peor es que todos le creen.
También está la familia García, es un matrimonio con una pareja de mellizos llamados Gabriel y Felipe. Siempre fueron un poco raros, pero últimamente están peor que antes. Empezaron a vestirse de negro y los mellizos que en toda su vida se portaron mal, ahora están siempre quietos y duros y tienen una mirada que da miedo, como si te fueran a hipnotizar.
En el departamento número 28 vive Clotis, una anciana viuda que se fue volviendo loca con el tiempo. Todas las noches la escucho gritar como si la amenazaran de muerte.
Vive también en el edificio el señor López, un hombre gordo que se divorció tres veces y decidió no volver a tener una pareja para no separarse de nuevo. Ahora tiene un perro: un pequinés tan gordo como él.
Pero en todo el edificio, yo puedo asegurar, que nunca en toda mi vida vi a nadie normal.
Un día, no recuerdo exactamente cuando, sentí que alguien me llamaba por mi nombre.
Era una voz dulce, de mujer:
-Adrián... Adrián...
No me di cuenta exactamente de donde venía, pero sonaba como si estuviera lejos.
Salí de mi habitación y empecé a caminar por el pasillo.
Pasé la puerta del cuarto del señor Orlando y también del de Clotis. Pero cuando pasé por la de los García, Sentí que alguien gritaba. Ahora se que lo mejor hubiera sido no hacerle caso, pero en ese momento no tomé conciencia y entré.
Por adentro, el departamento estaba en completa oscuridad. Me puse a investigar todos los rincones, pero no encontré absolutamente nada. Quería averiguar qué era, en ese momento, escuché que la puerta se abría. Corrí lo mas rápido que pude para esconderme y me oculté en una habitación en la que solamente había un pequeño cofre.
Mientras estaba ahí, escuché de lo que hablaban:
-Partiremos a las dos, y nos llevaremos a la chica con nosotros.-Dijo el señor García.
-Pero con cuidado,-replicó Gabriel- no queremos encontrarnos con ningún intruso.
-Cállense -ordenó Felipe- siento un corazón latir muy cerca nuestro.
Tras lo cual, se marcharon de la misma forma de la que llegaron.
Un estremecimiento se apoderó de mi. ¿A dónde partirían a las dos? ¿A que chica se llevarían con ellos? ¿Con que clase de intrusos no deseaban encontrarse? ¿A qué se refería Felipe con que escuchaba un corazón latir cerca de ellos?
Al preguntarme esas cosas, no escuché la extraña voz que me susurraba:
-Adrián... ayudame Adrián... por favor...
Parecía que la voz venía de atrás mío, pero me di vuelta y no vi nada, solamente ese extraño cofrecito.
Me acerqué a él, lo abrí, pero lo único que había adentro era un librito escrito en un idioma extraño.
Aunque era in entendible, parecía que yo podía leerlo y empecé a recitar en voz alta lo que decía. Pero antes de que pudiera terminar, sentí que caía y caía por un túnel casi interminable, todo azul de distintos tonos, que me hizo acordar a una película que había visto hace poco, no recuerdo exactamente el nombre.
Cuando terminé de caer, estaba junto a una enorme estatua de una mujer gorda que parecía que estaba corriendo cuando se congeló. Pensaba si no estaría soñando, pero no, no estaba soñando.
Y pensar que los García me parecían los mas normales del edificio... me interrumpí al escuchar nuevamente esa voz que me había estado llamando todo el día.
Empecé a caminar, luego a correr a ver si encontraba a alguien, hasta que terminó el camino. Pero la voz me seguía llamando, y parecía que venía de atrás mío.
Cuando me di vuelta, lo único que vi fue a otra estatua. Pero esta vez era la de una mujer hermosa, con ojos grandes y cabello largo y lacio.
Parecía que la estatua me estaba llamando, ya que no había nadie mas cerca. Entonces pude ver que la estatua se movía, como si alguien tratara de escapar de ella. La pateé y la estatua se rompió en mil pedazos. En su lugar había una hermosa mujer, igual a la estatua.
-Gracias por venir a salvarme -me dijo- Hace tiempo que estoy encerrada aquí.
-¿Dónde es aquí? -pregunté.
-Sigue siendo la casa de los García.-Me contestó- Bueno, te voy a explicar. En este mundo, como mucha gente dice, hay dos dimensiones. Una de mortales y otro de brujos. Pero los brujos no son buenos. Congelan a la gente como trataron de hacer conmigo y luego de que la dejan unos cien años congelada, la transforman en seres extraños que luego envían a la dimensión de los mortales, y los proveen, como hicieron con los perros y los gatos.
Y cuando terminó me dijo:
-¿Tenés alguna duda?
Por supuesto que yo tenía dudas, pero me limité a contestar con un simple no, y luego dije:
-Lo único que me preocupa es como salimos de aquí.
-Muy fácil. -Me dijo ella- Con el libro que tenés en la mano.
Dijo señalando el libro con las páginas en blanco que leí para llegar acá.
Como comprendiendo lo que quería decirme, abrí el libro y empecé a recitar esas extrañas palabras que había leído al principio, y antes de que pudiera terminar, ya estábamos de vuelta en lo de los García.
-¡Vamos!- dijo ella agarrándome del brazo y llevándome hacia afuera.
Ninguno de los dos pronunció palabra hasta que llegamos a mi departamento, que por alguna razón ella conocía.
Cuando llegamos y ella se aseguró que la puerta estaba cerrada, me dijo:
-Me llamo Alegría, sé que es un nombre un poco extraño pero te voy a con contar por qué lo es: Hace mucho tiempo, en ninguna de las dos dimensiones, existían los sentimientos. Nadie amaba, nadie odiaba, nadie sentía. Hasta que nació un hombre, hijo de una bruja y un mortal que podía sentir. A todos les resultaba raro pero el hombre sentía. Ese hombre se llamaba Gaspar, Gaspar Medina. La cosa es que Gaspar, todas las noches le hablaba a la luna, porque se sentía protegido por ella. Hasta que una noche, aunque no lo creas, la luna le hablo. Le dijo: -Gaspar, esta es tu última noche de vida, pero por ser tan honesto y bondadoso te voy a conceder un deseo, lo que vos mas quieras. Gaspar pensó, pensó y pensó, hasta que dijo: -En este mundo solo hubiera deseado una cosa, y ahora que me voy tengo la oportunidad de hacerla realidad. Luna, lo único que deseo es que la gente, toda la gente pueda sentir. Sentir lástima, amor, bondad. Eso, Luna, es lo único que quiero.
Al decir esto, unas lágrimas brotaron de los ojos de Alegría.
-Ese hombre, Adrián, era mi tatarabuelo. Desde ese día, todas las generaciones que le seguían a mi tatarabuelo se llaman con nombres de sentimientos.
Yo no entendía absolutamente nada y dije:
-Hay algo que no termino de comprender...
-Bueno. -Dijo Alegría- Yo te voy a explicar todo y seguro que vas a entender: Los García, en realidad, son personas normales, no son malos. Pero hay una especie de brujo suelto en el mundo que perdió sus poderes, salvo el poder de hipnotizar, e hipnotiza a la gente para que haga brujerías por el. Lo que nosotros tenemos que hacer es encontrar a ese brujo, y así deshipnotizar a los García.
A lo que abrió la puerta y se fue, como si nada hubiera pasado. Yo continué mi vida normal. No comí mucho y me fui a dormir temprano. Dormí plácidamente hasta las cuatro de la mañana, cuando escuché que la puerta se abría en el departamento.
Un poco dormido, fui a ver que pasaba, y cuando llegué a la entrada del departamento la vi a Alegría con cara de fastidio.
-¿Dónde estabas? -Me preguntó.- Ya es tiempo de que nos vayamos.
¿Adonde? Quise preguntar yo, pero tuve el presentimiento de que si lo hacía, a Alegría se le iban a salir los ojos del enojo, entonces no dije nada.
Me agarró del brazo y me arrastró hasta que salimos del edificio, cuando empezó a caminar, y yo la seguí.
No sé adónde se dirigía, pero caminaba muy, muy rápido, hasta que por fin me dijo:
-Bueno, este es el plan: Vamos a ir primero a las selvas tropicales, y si no encontramos al brujo ahí, buscamos en los bosques de las lejanías. Cuando encontremos al brujo, lo primero que haremos va a ser quitarle los poderes hipnóticos, no sé cómo, pero lo voy a pensar.
A lo que se puso a caminar otra vez hasta que llegamos a un maizal
Los poderes de radar del brujo, -dijo- llegan solamente hasta el final del maizal. Y pueden detectar a alguien que viene de la dimensión de los humanos. Si no querés que te descubra y que termines siendo otra víctima, Te aconsejo que te deshagas de tu reloj, monedas, llaves y otras cosas de metal o de plata.
Y dicho esto, vacié mis bolsillos y dejé todo lo que tenía en ellos debajo de una roca.
Cuando terminé, Alegría me apuró para que sigamos con nuestro camino.
Me pareció que Alegría estaba apurada y un poquito enojada, ya que caminaba rápido y no me dirigía la palabra. Yo caminaba atrás de ella hasta que se detuvo, tan repentinamente que hizo que me chocara con ella. Me deslumbré al ver frente a mi un enorme castillo con seis torres, y todas las luces apagadas.
-Ahí, -me dijo Alegría señalando una ventana que estaba cerca de la puerta-está el brujo durmiendo. -Y ahí, -dijo señalando una de las torres- está el rayo hipnótico del brujo. Tenemos que llegar a la torre donde está el rayo hipnótico, tomarlo e hipnotizar al brujo para que deshipnotice a la gente. La única dificultad es que para llegar a la torre hay que pasar por la habitación donde duerme el brujo.
Yo, obviamente pensé que Alegría estaba loca de remate. Yo era muy joven como para morir hipnotizado por un brujo y ella también. Pero cuando traté de detenerla, ya era demasiado tarde, ya que Alegría ya se había abierto camino hacia el castillo. Entonces pensé que esto podría valer la pena y la seguí.
Cuando entramos a la habitación del brujo, realmente tuve que hacer un esfuerzo para no reírme ante la ocurrencia de que ese era un brujo de verdad. Era un hombre mayor, mas mayor que todos mis abuelos juntos. Tenía la nariz curvada para abajo, en forma de gancho. Tenía el cabello blanco, blanco como la nieve, como la espuma de una cascada. Era un poco gordo, y a pesar de que estaba sentado durmiendo, de notaba que era muy petizo. Y además, roncaba mas que mi tío Raúl.
En ese momento, sentí que Alegría me empujaba para segur nuestro camino, y le grité:
-¡Pará, nena, no me empujés!
No me di cuenta antes, pero después de decirle eso, sentí que no era muy conveniente gritar en una habitación donde hay un brujo durmiendo.
Alegría y yo nos quedamos fríos, duros como dos estatuas.
Alegría respiró profundo y me susurró al oído:
-Menos mal que no se despertó. Estamos a salvo pero creo que debemos seguir nuestro camino.
A lo que comenzó a caminar y yo la seguí.
Entramos en una habitación, que mas bien parecía una cabaña en el medio del campo. Había un hombre y una mujer, sentados en unas sillas de madera.
-¿Dónde estamos? -pregunté
-En el cuento de Hansel y Gretel -Dijo Alegría.- Este brujo, como todos los brujos hipnotizadores, es también un brujo cuentacuentos. Debemos seguir la historia de Hansel y Gretel como dice el libro.
El hombre sentado en la silla de madera se levantó y nos dijo:
-Hijos, vayan a buscar leña al bosque.
Alegría le sonrió, me agarró del brazo y me obligó a caminar detrás de ella.
-Alegría, ¿Cómo es el cuento de Hansel y Gretel? -Pregunté.
Alegría suspiró y me dijo:
-Hansel y Gretel vivían en una cabaña en el medio del campo con su padre y su madrastra. El padre los manda a juntar leña. Hansel y Gretel caminan por el bosque dejando rastros de miguitas de pan, cosa que YO estoy haciendo, pero los pajaritos se comen su rastro. Hansel y Gretel están perdidos en el bosque y, asustados empiezan a correr. Corriendo llegan a una casa hecha con dulces, y empiezan a comérsela. Pero adentro vive una bruja, que los mete a la casa y encierra a Hansel en una jaula para después comérselo. Gretel lo salva y mete a la bruja en el horno, Hansel y Gretel regresan a su casa y todos viven felices para siempre.
-¿Eso quiere decir -pregunté- que me vas a tener que salvar de una bruja que me quiere comer y meterla en el horno para que salgamos de aquí?
-Sí -respondió Alegría.
Seguimos caminando hasta que Alegría se detuvo frente a una casa hecha de dulces.
-Llegamos -Dijo ella, antes que una mujer fea y arrugada saliera de la casa y nos invitara a pasar.
Alegría me empujó hacia adentro y le dijo a la mujer:
-¿Puedo ir al baño?
-Seguro-contestó la mujer-al fondo del pasillo a la derecha.
Cuando Alegría se perdió de vista, la bruja me tomó del brazo y me metió en una jaula, tal coma Alegría me había dicho, y se puso a dormir.
En eso apareció Alegría desde un rincón, le quitó las llaves a la bruja y me liberó de la jaula.
La bruja se despertó y Alegría la tiró a un pequeño horno que había en la cocina y me dijo:
-Vamos.
Abrió la puerta y se puso a caminar, y yo, como siempre, la seguí.
Cuando llegamos a la cabaña y abrimos la puerta para entrar, me di cuenta que estábamos nuevamente en el castillo.
-Fue realmente fácil, -me dijo- yo me esperaba algo mucho mas complicado.
Seguimos caminando hasta que llegamos a otra puerta, la abrimos y entramos.
-Ricitos de oro y los tres osos. -Me dijo Alegría.
Estábamos en un bosque y había una casa frente a nosotros, la que supuse que era de los tres osos, ya que había tres osos saliendo de ella.
Cuando vimos que ya se habían alejado, Alegría y yo entramos.
Era una casa chiquita, y había una mesa con tres platos de avena. Uno grande, uno mediano y uno chiquito.
-Primero tenemos que probar los tres, y terminarnos el chiquito.-Dijo Alegría.
Me acerqué a la mesa, tomé la cuchara del plato grande y lo probé, con un poco de asco, ya que estaba frío.
Después tomé la cuchara del plato mediano y lo probé.
Supongo que me salió humo hasta de las orejas, ya que estaba muy caliente. Después tomé la cuchara del plato chiquito y me lo terminé.
-Bueno. -Dijo Alegría.- Ahora debemos sentarnos en esas tres sillas y romper la más chiquita.
Me acerqué y me senté en la silla grande. Me levanté y me senté en la mediana. Me levanté e intenté romper la silla chiquita, sin resultado alguno.
-Correte.-Me dijo Alegría.
Me corrí y vi que ella tenía un martillo en la mano, con el que rompió la silla chiquita.
Subimos las escaleras y llegamos a una habitación con tres camas: una grande, una mediana y una chiquita.
-Tenemos que desarmar las dos mas grandes y quedarnos acostados en la chiquita.
Me acerqué, desarmé la grande y la mediana y me acosté en la chiquita. Alegría se escondió debajo de la cama grande y me guiñó un ojo desde ahí. Después de un rato, escuché que se abría la puerta.
-Alguien ha probado mi avena. -Dijo el papá oso.
-Alguien ha probado mi avena.-Dijo la mamá osa.
-Alguien ha probado la mía, y se la acabó.-Dijo el osito.
Después de un rato de silencio, se escuchó que el papá oso decía:
-Alguien se ha sentado en mi silla.
-Alguien se ha sentado en la mía también.-Dijo mamá osa.
-Alguien se ha sentado en la mía y la rompió toda. -Dijo el osito.
Luego de un rato subieron a la habitación.
-Alguien se ha acostado en mi cama.-Dijo papá oso.
-Alguien se ha acostado en la mía.-Dijo mamá osa.
-Alguien se ha acostado en la mía, y aún sigue ahí.-Dijo el osito mirándome con enojo.
Yo salté de la cama y me puse a correr, como había hecho Alegría anteriormente.
Cuando llegamos a la puerta y la abrimos para salir, me di cuenta de que estábamos en el castillo.
-Llegamos a la torre.-Me dijo Alegría señalando una pequeña puerta frente a nosotros.
Entramos, y vi que Alegría agarraba una línea amarilla en forma de zigzag. Pero cuando nos dimos vuelta para salir, el brujo estaba en la puerta de la torre, impidiéndonos pasar.
-No te preocupes. -Me dijo Alegría mientras movía el rayo.
-Ahora, brujo, ¿Deshipnotizarás a la gente?- Preguntó Alegría.
-Si, mi ama, lo haré.-Respondió el brujo, y empezó a recitar una especie de conjuro en un idioma desconocido.
-Ya está.-Me dijo Alegría. -Te voy a llevar a tu casa.
Me agarró del brazo y a los pocos segundos aparecimos en la puerta de mi departamento.
Se despidió de mi, diciéndome que nos veríamos en poco tiempo, y a partir de ahí, todo volvió a ser normal, gracias a Dios.